jueves, 22 de abril de 2010

Africanos en Madrid

Durante dos años tuve oportunidad de trabajar en el Colegio Nuestra Señora de África, colegio mayor situado en la calle Ramiro de Maeztu de Madrid, en plena bajada hacia la Ciudad Universitaria capitalina. Este centro, junto al de Nuestra Señora de Guadalupe Iberoamericano, son colegios mayores que tutela la Agencia Española de Cooperación Internacional y para el Desarrollo (A.E.C.I.D.), organismo que depende del Ministerio de Asuntos Exteriores español.

Equipo de Nuestra Señora del África de 2006
En aquel colegio proliferan los alumnos del continente africano. Mi trabajo como bibliotecario del mismo hizo que conociera a un sinfín de estudiantes de aquel continente ya algo mayores que realizaban, en muchos casos, cursos de postgrado, habiendo logrado una beca del gobierno español con muchas dificultades, y su lucha se centraba en buscar un futuro mejor para sus familias e hijos. Sus vástagos, no necesariamente los habían tenido con la misma mujer, y en muchos casos desconocían la edad de los mismos. Un amigo de Costa de Marfil me enseñaba muchas fotos de su innumerable familia y de sus muchos hijos con varias mujeres. Así es África. No nos podemos engañar. Allí nacen niños por segundos.

Ser africano en Madrid no es fácil. Ya lo decía el grupo Amistades peligrosas en la canción que da nombre a este artículo: “…Hoy de nuevo le vi pasar, algo triste pero amable, siempre infatigable, tras el pan y la sal…
…Hoy de nuevo le vi pasar, tenía los ojos alegres,
alguien le dio noticias breves de su pueblo natal…”

Yo hice lo que pude con ellos. Les aporté un equipo de baloncesto pero no se apuntaban los africanos. Tenía un equipo estilo ‘Evasión o victoria’, de todas las nacionalidades, pero los africanos, a pesar de altos, no se atrevían porque eran los más mayores y temían lesionarse.

El 3 de junio de 2007 me acerqué a Torrejón de Ardoz a disputar el último partido de una liguilla júnior, ya intrascendente, con mi equipo de club –C.R.E.F. ¡HOLA! –. Aquel día, al terminar el encuentro, el entrenador local se me acerca (ya lo conocía de haber sido compañero en el curso superior) y me comenta lo siguiente: “Gonzalo, han ganado las elecciones el partido que más apoya al baloncesto en Torrejón y me voy a ir a África a por jugadores altos; los necesitamos para hacer frente al Madrid, ‘Fuenla’ y Estudiantes”. Me quedé perplejo y nunca le creí. Este compañero siempre me pareció algo fantasmilla… Pero ahí quedó el comentario y su intención se vio cumplida en forma de agencia de esos jugadores.

Primavera de 2009. El club Basket Torrejón juega los cuartos de final ante el júnior de Estudiantes, lo elimina y posteriormente accede a la final a cuatro, pasa al intersector del Campeonato de España. El club, a pesar de ser denunciado por alineaciones de jugadores foráneos de dudosa edad, prosigue su marcha y en el año corriente, 2010, este último fin de semana, se deshace del Real Madrid en los mismos cuartos de final. Habían fichado a dos jugadores… africanos, en diciembre.

Son dos formas dispares de ayudar a los africanos en Madrid. La vía del estudio y la formación en el trabajo aportándoles becas o, por el contario, ahorrarles las pateras a unos jóvenes que ni estudian ni trabajan, que a lo máximo que llegarán es a una LEB Plata (donde no te ganas la vida), y que tarde o temprano volverán a casa habiendo vivido un sueño y “un caramelito en la boca” perjudicial, para quitárselo a otros que cumplían con las leyes al tener la edad júnior para competir en este deporte, cada vez más interesado en ganar dinero fácil por parte de entrenadores que no son capaces de crecer de otra manera que no sea trepando a través de los demás o gracias a los semejantes, aunque éstos sean los más necesitados del mundo. Desolador esto de ganar de cualquier manera y con cualquiera.

jueves, 1 de abril de 2010

La lágríma del Delfín

Fernando Bernal se ha marchado. Se nos ha ido una persona imprescindible en la supervivencia de un club, el Estudiantes. Acudió al rescate del mismo siempre que éste se moría. En innumerables ocasiones y, jamás, sin querer ponerse en una sola foto ni colgarse (ni que le colgaran) medalla alguna por ello.
Fernando era de esas personas que dan un servicio por amor a un club y que no necesitaba reconocimiento. No lo buscaba, no lo necesitaba; seguro que intrínsecamente se sentía orgulloso y lleno de dicha al observar que el club sobrevivía a una muerte segura una y otra vez. ¿Cuántas veces, Fernando?

Este buen hombre se ha ido demasiado joven. Algunos ni siquiera conocíamos su enfermedad. Se le veía hace muy poco en las asambleas de accionistas del club y hasta en los partidos y no sabíamos nada.

Hoy, Enrique Ojeda (periodista del diario ‘As’ que tanto le apreció en los años 80 y que tan bien plasmó el baloncesto en prensa en esa etapa), me comunicaba que sabía que estaba malo. No teníamos otras personas constancia alguna.

Fernando Bernal es un desconocido para el aficionado de a pie, para el seguidor del baloncesto de hoy en día. Por eso deben saber que se ha marchado un señor que permite respirar a un club de 62 años, que le ha dado oxígeno cuando no lo tenía y que dejaba su profesión de abogado y su vida personal en cualquier momento en que se le necesitaba.

Fernando, como muy bien dice la web del club, lo fue todo en el ‘Estu’: jugador, entrenador de cantera y gerente en los años de los ‘valientes’, en los años de las vacas flacas, cuando el equipo dejaba de ser subcampeón. Se hizo cargo de la gerencia en los peores momentos de esa época, de 1982 a 1985, cuando no había ni un solo duro y desaparecieron todos los grandes jugadores de la primera plantilla subcampeona del Estudiantes Mudespa 1981, (se quedo uno –Izquierdo–). Lo que sabe poca gente es que puso dinero de su bolsillo para que no se derrumbara y desapareciera una plantilla que llegó a realizar una huelga en un día de entrenamiento reclamando el dinero que se le debía, incluso lo poco que recibía el entrenador de aquel año (82-83), pues éste lo necesitaba para subsistir. Y consiguió que el club no desapareciera en la parcela deportiva, ya que jugadores de ‘caché’ –los veteranos– convocaban esas huelgas.

No conocí y jamás crucé palabra con Fernando. Exclusivamente conocía lo que hacía de buena mano y sabía que era de esas personas que salvaban al club una y otra vez de sus crisis innumerables. Era un pilar, un sustento, un hombre por y para el club sin querer nada a cambio; sólo necesitaba que el ‘enfermo azul’ estuviera bien en su maravillosa fábrica de realizar el mejor deporte que él conocía desde que dejó de ser jugador junior en los años 70.
Se tragó y gestionó los años en los que la Caja Postal no ponía apenas dinero, cuando el equipo casi desciende en el 84, en aquel dramático ‘play-off’ por la permanencia que el equipo de Paco Garrido pudo superar frente al Magia de Huesca.

DESPRENDIDO
Me consta que Fernando, incluso enfermo, seguía apoyando en estos momentos tan delicados al club, y que de su bolsillo seguía saliendo la ayuda que fuera necesaria. Era de esas personas (hay que decir que las hay en la actualidad y ayudan anónimamente tanto como él) que acudió al rescate del Estudiantes hasta que éste va superando el concurso de acreedores y empieza a ver la luz después de un infinito túnel que todos creímos, en algún momento, que sólo tenía la desaparición como final.

Fernando Bernal se merecía ver sonreír al Estudiantes en el futuro. No es justo que se haya ido sin ver el resultado de tanta lucha.
Se ha marchado un héroe de verdad, una de esas personas tan necesarias dentro del club. Un irremplazable.

Descansa en paz, Fernando. Ahora que el Ramiro cumple su 70.º aniversario, los demás, los que sentimos el club y el ‘cole’ de verdad, lloramos tu marcha. Será como la lágrima del delfín. Ese animal tan inteligente y eficiente como tú.