jueves, 8 de diciembre de 2011

Oficiales en la compañía

Cuando eres jugador: “Mesa, cambio”. Cuando eres entrenador: “Tiempo muerto, mesa”. Y cuando eres árbitro: “Oficial o auxiliar de ¿mesa?”. Los veteranos me matarán con lo de ‘mesa’; ellos no son una mesa, por favor; son oficiales o auxiliares. El caso es que nunca salen en ninguna crónica, en ningún titular, en ningún ‘zapping’, en ningún periódico y menos en una revista.

Es el trabajo silencioso y sin protagonismo de nuestro deporte. La compañía, muchas veces la mejor, dentro y fuera del campo del árbitro. Sin ellos no se puede trabajar y sin ellos no tenemos armonía en un partido de baloncesto. Tienen mucha más responsabilidad de lo que pueda parecer y deben hacer su trabajo a la perfección, más exacto que el que juega, el que dirige y el que pita. Y más trascendente es su error, pues lo que refleja un acta, que es lo que vale, y como nos gusta decir y les gusta decir: el acta es el ‘mundo’ de un partido. Todo lo que no figure la misma no existe ni tiene validez.


Puede parecer una tarea fácil hacer un acta, llevar un cronómetro de partido o manejar el aparato de 24” (ahora con los 14” de algunas categorías, que tendremos todos después de Londres 2012), pero no es tarea fácil. Es muy difícil y muy meritoria su labor en el campo.

Es paradójico que cuando haces el curso de árbitro te dan una doble titulación de árbitro y oficial de mesa. Cuando estás lesionado puedes ofrecerte a hacer de oficial de mesa. Yo lo he hecho dos veces creyendo que sabía y es en ese momento justo cuando me te das cuenta del valor que tiene ser un buen oficial (del lío que monté, por supuesto). No es para gente que no sepa tener una paciencia mínima, un saber estar con los equipos y con los compañeros que les toca cada fin de semana.

Son los más numerosos de todos. Creo que no me equivoco si digo que es la gente más veterana (algunos de ellos) y que, por lo tanto, los que estadísticamente más tiempo llevan en el baloncesto. No se les acaba la afición por este deporte pase lo que pase. Me atrevería a decir, por lo que conozco, que duran más que un jugador (esto es evidente), más que los entrenadores y más que los árbitros. Han podido estar en la ACB, en la LEB o en la EBA, pero suban o bajen no dejan de hacer su labor con todas las ganas del mundo. Son auténticos. Son amantes de este deporte. Es más, normalmente son los que te hacen sonreír cuando a lo mejor las cosas no van tan bien, los que mejor entienden aquello que llamamos ‘el tercer tiempo’ o ‘tiempo de cañas’, pues nunca tienen prisa y valoran mucho tomarse unas cañas o refrigerios con sus compañeros. Hacen equipo. Como nadie.

Guardan los valores más importantes del colectivo arbitral y son generosos, pues es el colectivo que menos dinero gana por partido y sus metas no pueden ser jamás profesionales ni en la ACB, ya que no pueden a llegar cobrar jamás como todos las demás personas del basket.

Es una vocación auténtica. Una pasión. Son capaces de hacerte un partido ACB como que a la mañana siguiente están haciendo la última categoría del baloncesto madrileño. Son capaces de prepararte un acta en menos de cinco minutos para poder empezar un partido.

De todo hay (buenos, regulares y malos), pero los que se mantienen unos años, ya tienen una práctica fabulosa. Es muy difícil que aprecies un error en sus actas. Los hay más rápidos y los hay más lentos, pero su trabajo, a veces, sólo lo podemos valorar los árbitros que estamos con ellos y que apuntan lo que nosotros acertadamente, o no, marcamos como válido.

Como compañero madrileño me gustaría acordarme de todos pero es imposible. Ir con Yolanda ‘Arias’ es lo más divertido del mundo: mientras es capaz de hacerte todo a la perfección (mi querida ‘miss Fer’), a la vez que es simpática con todos. Alfonso, muy perfeccionista, “Mayordomo”, ‘el Torero’, que le da igual estar en la plaza de Vistalegre que en un patio de colegio. ‘Mendaña’, divertida y con ese punto de ironía con clase. ‘Forés’, ‘Valenciano’, ‘Villaseca’, por su simpatía. ‘Tajahuerce’, ‘Velázquez’, ‘Sobrado’, tan grande como tan buena gente; ‘Cantón’, un ser capaz de hacerte a la vez un acta, un marcador y hasta las tablas cuando va solo; 'Zurdo'; 'Barba, 'Valbuena', Aurrecoechea y 'Payno'. Qué voy a decir de ‘Culebras’ y ‘Latorre’ que no sepa nadie y que están en todas partes… que no se me olviden exárbitros como ‘Andreu’ o el de la sierra… Bosch, Aurora, Lacoba, Sevilla, Velilla, Sedano, otro gran ‘profesional’, Mercedes, ‘Pizarroso’, Lorente, el oficial más tranquilo y silencioso con más sentido del humor que me he encontrado. Villaseca, un tipo que nunca pierde la sonrisa ante nada...Y ya no puedo más. Que no me maten los que se me olvidan. He hecho un esfuerzo de ejercicio de memoria limitada.

Quería recordar a todos y no puedo. Os meto a todos en un pequeño rincón gigante del basket. Ese Rincón (compañero que se nos fue en un utilitario en la carretera para hacer un partido) está en el cielo esperando la próxima designación con todos nosotros.

Le daremos una nueva cuenta de 24” y le decimos al cielo que todavía puede esperar, que tenemos muchos partidos que hacer. Hay que salvar la competición, mucho más que sacarla. Ahora, más que nunca, oficiales, damas y caballeros, gracias por estar siempre ahí. Al pie del partido.

martes, 29 de noviembre de 2011

Más de cien mentiras

Tendría 20 años cuando ‘cursaba’ mi segundo año como entrenador de la cantera de Estudiantes. Han pasado ya 18 años de aprendizaje continuo como observador de una de las canteras más reconocidas en nuestro país. Recuerdo lo poco que me enseñaron mis ‘jefes’ por aquel entonces (José Vicente Hernández y Ángel Goñi), pero me dieron dos consejos que los he llevado conmigo todos estos años y los he aplicado en cuanto he podido. Uno cada uno. En temas de baloncesto poco hablaban con un entrenador que parecía que tenía que traer los deberes hechos de casa, pues mi formación como entrenador la daban por hecha.

Jose Vicente Hernández (‘er Pepus’, como dice un ‘amigo’ mío) me echó una bronca monumental un día por preguntarle que de cuanto había perdido un equipo de la cantera. Me dijo: “¿Qué pasa, que no puedes preguntar de cuánto ha ganado?”. No es ninguna tontería lo que me dijo. Me lo grabé en la cabezota para no olvidarlo jamás.


Ángel Goñi me dio la mejor de las lecciones de humildad (él es muy navarrico y presume de ello como gente noble y legal). Yo llegué de un partido de fuera y solíamos ir a ‘la nevera’ después de los partidos que jugábamos de visitantes porque siempre había un partido bueno sobre las 12.30 h. Llegué eufórico porque mi equipo había ganado por 15 puntos fuera de casa. Ángel me abordó y me preguntó por mi resultado. Se lo dije muy contento y me contestó lo siguiente: “Muy bien, enhorabuena, te han sobrado 14 puntos para ganar”. Me encantó esta frase, aunque le he dado más vueltas en mi vida que una noria. Y me hizo sufrir mucho. Creo que la entendí cada vez que disputaba partidos y partidos.

Cosas de la vida. He llegado a estar en tres etapas como entrenador en el club de mi colegio (es que soy de los que piensan que el orden de los factores sí es importante) y debo de ostentar un récord extraño en este aspecto. Del 92 al 95, en la 04-05 y en la 09-10.

En las dos primeras etapas me dejaron a mí. En la tercera, les dejé yo. Otra pasión estaba muy por encima del club actual y que extrañó al más pintado: el arbitraje.

Algún estúpido creyó que era el dinero. Otros nunca lo entenderán, pero es que la cantera del Estudiantes, para mí, ha dejado de ser importante en la calle Serrano. Importa el ACB y la supervivencia del mismo por encima del bien y del mal, utilizando cualquier medio para ello. La cantera es utilizada para generar ingresos, para que juegue el que conviene y no el que debe y si hay que hacer hasta la letra Z para generar ingresos, se utiliza la dichosa letra. Mercancías. “El patio de colegio” es una mentira más, y ese término lo destrozó el mismo que se dedicó a vivir de ello pregonándolo por todas partes para que España entera se lo creyera. ¿Somos de un patio de colegio? Nunca lo fuimos. Ramiro está muy por encima del club. En la actualidad son dos estamentos enfrentados y muy diferentes. Por desgracia. Pero el Ramiro se cansó de tanta tiranía.

Anteayer visité con mi actual equipo el Magariños. Aquel lugar donde uno hacia gimnasia después de que Juan de Dios Román dejara de entrenar al mejor equipo del mundo de balonmano, que se llamaba Atlético de Madrid. Luego, a alguno le extraña la simpatía que tenemos por el ‘Atleti’ algunos auténticos de Ramiro…

Y me dieron los 100 (lo siento Sabina, por copiarte tanto). Un entrenador del que no sé su procedencia (los entrenadores de Ramiro se cuentan con tres dedos de una mano) tuvo la habilidad de pedir dos tiempos muertos cuando su equipo ganaba 35-8 y después cuando su equipo ganaba 86-20. Su equipo buscó de su mano el objetivo ‘maravilloso’ de ir a meter más de 100 puntos al contrario. De lo que no se da cuenta este entrenador es de que ha dejado a unos chavales de 17 años destrozados, ha matado a un entrenador colega desde la formación o la deformación. El equipo nuestro era un equipo feliz antes de este partido. Ya ha dejado de serlo. Vi demasiado músculo, demasiado mate, demasiados ‘alley-hoop’… un contrasentido de lo que ‘mamé’ desde pequeño y, entonces, me acordé de las palabras de Goñi. Y pensé: De esta diferencia, ¿qué diría Ángel? ¿Que le sobran 100 puntos a un entrenador de su cantera para ganar? Yo ya tengo la respuesta. Más de cien mentiras llevaban esos 101 puntos. Todos los jugadores de ese equipo en dos años se tendrán que buscar la vida para seguir jugando fuera de la entidad.

Esa es la única verdad que queda de la cantera estudiantil. Todo lo demás, más de cien mentiras… incluso las palabras de Ángel.

 “Con la mentira se puede llegar muy lejos, pero sin esperanza de volver” (proverbio chino).

• El autor de este artículo ha sido jugador de Estudiantes de cantera, entrenador de cantera de Estudiantes; técnico durante seis años del equipo Ramiro de Maeztu y máximo dirigente de la Liga Interna de baloncesto durante nueve años, una liga pagada por el club al Ramiro. Y, ante todo, alumno del Ramiro durante once años.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Entrenar arbitrando

Ocurrió hace ya dos años cuando decidí compaginar la técnica de entrenamiento con la práctica del arbitraje para la enseñanza de este deporte.
Lo hice con el primer equipo de Ramiro júnior (todos los jugadores del instituto) inscrito en la Federación de Baloncesto de Madrid como Estudiantes “C” y en una liga federada por debajo de la serie A de los mejores 48 equipos de Madrid.
La práctica del arbitraje iría por delante en mi confección de los entrenamientos y la forma en la que me iba a dirigir a mis jugadores iba a ser la de un árbitro que les enseña el reglamento y no tanto como un entrenador que les dirige un entrenamiento habitual. Mis expresiones salían del reglamento puro y duro y no de las clases ni clinics que me habían impartido los entrenadores durante casi veinte años. Los entrenadores hablan otro “idioma” que el árbitro como ya escribí en “Baloncesto Bilingüe” en su día. Cuando los primeros hablan de lado débil, los otros hablan de rectángulos del 1 al 6.
Les hable de lesiones. De su manera de reaccionar ante una lesión en un partido. Que no parasen. Que el juego no se tiene porque detener. Y les explique el espíritu de la regla que no es otra que evitar que un equipo se aproveche de una lesión ficticia para parar el juego.
Practicamos el avance ilegal con ejercicios de 1x1 recibiendo el atacante el balón en carrera después de un pase y pase de vuelta del defensor (ejercicio de cuatro esquinas en medio campo). Objetivo: No hacer pasos de salida tras recibir en carrera. Nos pitaban muy pocas violaciones.
En el mismo ejercicio practicábamos la acción de tiro y sólo podían dar un bote al recibir y antes de que llegase el defensor al balón este tenía que ser cogido para recalcarles que la acción de tiro comienza cuando un balón reposa en una o en ambas manos y se tiene una trayectoria hacia canasta. Con eso logramos bastantes dos más uno en la liga.
Con una presión en todo el campo y una zona press (forma de defender del equipo en el año) provocábamos las situaciones de campo atrás, sabiendo siempre que el jugador no comete campo atrás hasta que pasa con sus pies y el balón. La cuenta de ocho segundos se les hacía siempre. Recuperamos muchos balones gracias a estas defensas y provocábamos ocho segundos o campos atrás.
Interposiciones e interferencias. No tocar jamás ningún balón que vaya por encima del aro. Ni siquiera intentarlo para barrerlo después de que tocase el aro ya que el equipo no media tanto como para entrenarlo. Hacíamos ruedas de canasta pasada para encestar tocando sólo el tablero y la red (el balón). El pasador iba a coger y palmear el rebote pero aprovechando su “timming” para realizarlo y pasar al compañero.
Contacto. Principios de cilindro. Se le metía en la cabeza al jugador que todos eran un cilindro y que tenían que moverse como tales. Ocupar posiciones en el campo de manera legal y antes que otro. Que sus brazos se utilizaran más en el perímetro pero que según se fueran acercando al aro los tuviera en alto para que los árbitros les vieran las manos y evitar que les pitaran faltas. Desplazamientos laterales con los brazos más arriba según eran vencidos. Conseguir que las primeras cuatro faltas jamás fueran de tiros libres.
Posición legal de defensa. Decía al jugador exactamente lo que dictaba el reglamento. “Al jugador con balón no le tienes porque dar ni tiempo ni distancia, presiónalo”, en cambio, al jugador sin balón “le tienes que dar tiempo y distancia” por lo que utiliza los bloqueos defensivos con cabeza y no pongas bloqueos en defensa (body-checks) pues son ilegales. No ir a hacerlos, si hacerlos “de parado”. Provocar cargas en todo caso.
Falta antideportiva. Desde 2x2 a 5x5 nos valía para practicarlo. Incidir en qué momento el árbitro va a considerar la falta antideportiva y señalar que en caso de que un jugador se vaya hacia canasta con mucha ventaja, esperar a que coja el balón para hacerle la falta pues a partir de ese momento ya deja de valorarse la falta por ser el último jugador, sino por la falta en cuestión.
Faltas técnicas. Ejercicios para cargar con balón y analizar si nos tiramos y si por ello nos pueden pitar técnicas por simulación (“acting”). No nos pitaron muchas faltas en ataque pero tampoco nos pitaron técnicas por ello pues nadie intentaba engañar al árbitro.
Ventaja/desventaja. Explicaba que nunca parasemos salvo que se oyese un pitido claro y que jugáramos hacía canasta siempre, hasta conseguirla. No parar el juego jamás ni en defensa ni en ataque.
Esto sólo lo pude hacer con un equipo muy técnico, muy viciado y que se aburría con los entrenamientos convencionales. No recomendable para el inicio del baloncesto. Sí para categorías a partir de júnior.
Quería agradecer el interés del entrenador de Liga Femenina 2, Diego Rubio, de Estudiantes, por el interés mostrado para trabajar con el femenino del club de esta manera también. A Enmanuel y su cadete B masculino, así como a todos los que consideran al árbitro como una herramienta para el juego y su entrenamiento. A Gallego, Javi Portela. Mariano de Pablos y Pablo Borrás. Y por supuesto a Jose Canales por ser la persona que introdujo en el club (y a través de los campus) al árbitro como parte fundamental de la educación de nuestros jóvenes.
A José Luis, mi gran ayudante en esta “revolución”.
Gracias a mi equipo por obedecer y trabajar en pos de un triunfo conseguido a través del entrenamiento “diferente”. Quedar campeones de 48 equipos y ascender a A2 por un solo punto no es fruto de la casualidad.
El autor de este artículo es entrenador desde 1991 y árbitro de la FBM desde el año 1992.

sábado, 29 de octubre de 2011

Basket Rol

Hechos:
30 de abril de 1994.
Javier Rosado de 21 años, estudiante de Química, y su compañero de juego de rol Félix M.R. de 17 años, matan a un hombre por azar cuando este se encontraba en una marquesina esperando un autobús después de cumplir con su trabajo de empleado de la limpieza. Este muere tras asestarle entre los dos hasta 19 cuchilladas.
Javier y Félix siguen con su vida normal y acuden a clase como si nada hubiera sucedido y hasta se jactaban de lo logrado ante sus compañeros. Javier Rosado, ideólogo, lo hacía en las clases de Química de forma reiterada y le encantaba decir que aquel crimen que salía en la televisión lo había cometido él.
En España el caso conmociona a la sociedad, al tratarse de un asesinato cometido a través de los juegos de rol y de un juego bautizado como “Raúl”. La primera víctima fue Carlos Moreno, un empleado de limpieza de 52 años, al cual le toco por cuestión de tiempo ya que los asesinos, guiados por su juego, debían matar a otra persona desde las tres a las cinco de la mañana. Esta persona (una mujer) se salvó porque cuando fueron a por ella ya habían pasado las dos horas y a partir de las cinco de la mañana tenían que matar a un hombre “regordete y estúpido” y encontraron a Carlos, el cual agonizo durante quince minutos creyendo en todo momento que aquello sólo era un atraco.
Un trozo de guante de látex y un chivatazo por parte de otro compañero de juego a la policía hizo posible que se detuvieran a los dos asesinos tres meses después del macabro asesinato. Javier Rosado es condenado a 42 años de prisión y a Félix, ya en libertad, fue condenado a 12 años al ser menor de edad y porque se considero que fue arrastrado y obligado por su compañero a realizar el macabro “juego”- asesinato.
Daños colaterales en tres meses:
Centrados en el Baloncesto, yo tenía mi segunda oportunidad como entrenador de la cantera del Estudiantes en un cadete de segundo año. En el equipo tenía a muchos de los chicos que ya los había entrenado en la temporada anterior (92-93).
Yo tenía a un jugador muy disciplinado llamado Raúl. A Raúl ya lo conocía de la temporada anterior y era un chaval que acudía siempre a todos los entrenamientos y que sacaba sus asignaturas con muy buenas notas. Normalmente salía de titular porque se lo ganaba en los entrenamientos y porque tenía un carácter muy bueno para el puesto que ocupaba en el equipo.
Pero en esa primavera de 1994, Raúl desapareció del mapa. Me hizo una llamada y me dijo que tenía que faltar toda la semana, incluido el partido y que no podía darme más explicaciones. Que era un tema personal. Faltó a cuatro entrenamientos y al partido correspondiente de esa semana.
Yo no le quise dar tanta importancia y trabaje con todos los demás esos días en los que faltó Raúl. Pensé que el jugador tenía que estudiar más por exigencia de un padre muy serio, del cual yo sabía que era profesor de universidad y que mantenía una disciplina con el chaval sin pasarle ni una sola falta de disciplina tanto en el deporte como en los estudios. De estos padres que ayudan más que perjudican a un entrenador. Una “rara avis”.
Raúl se incorporo al equipo y pudo terminar la temporada con todos al completo.
En un torneo post temporada que jugamos en Arévalo, cerca del verano, fue cuando yo pude saber qué es lo que había sucedido con Raúl aquella semana de la que yo ni me acordaba y que sólo tenía, y tengo, apuntada su ausencia en mi control de asistencia de aquel año.

El padre de Raúl se acerco a mí antes de una comida y me pidió hablar a solas. Así lo hicimos y la conversación que tuvimos (yo era un chaval de veintiún años) fueron las palabras que más miedo me han dado y de esas palabras de las que uno nunca puede olvidar. Sólo me pidió que quedara entre nosotros dos hasta que su hijo fuera mayor de edad (Raúl tendrá ahora treinta y tres años).
Me dijo lo siguiente:
“Siento la falta de Raúl a entrenar durante una semana entera y un partido y te pido disculpas pero es que mi hijo ha estado protegido por la policía en mi casa a consecuencia del caso del asesino del rol. Los asesinatos se podrían haber multiplicado ya que la policía descubrió que el fin o el nombre del juego era igual que el nombre de mi hijo”
Le entendí en todo momento.
Yo sabía que el padre de Raúl era profesor de la facultad de Químicas y empecé a atar cabos.
El problema no es que mi jugador se llamase como el juego del rol. El verdadero problema residía en que se llamaba exactamente igual que su padre, objetivo final “probable” del macabro juego del rol, el cual parecía que tenía, como objetivo, más que una víctima.
Gracias a Dios que no jugamos al Rol.
Si al… Basketball.
El nombre de Raúl es ficticio por respeto a mi ex jugador y al padre del mismo.

sábado, 27 de agosto de 2011

Un padre ejemplar

Hemos perdido a don Alfonso Reyes padre. Lo ha perdido toda su familia y en pequeñas dosis (o grandes, según el sentimiento de cada uno) hemos perdido a un gran hombre; todos. Un padre ejemplar en la formación de su hijo Felipe, que es de quién puedo hablar por haber coincidido con él. Seguro que desde Alfonso hijo (1971) hasta Felipe (1980), su familia numerosa tiene una gran pérdida y un dolor inconsolable.

A Alfonso Reyes padre le recuerdo en la cantera de Estudiantes a la perfección. Como ya escribí allá por 2004, a mí me tocó como ayudante aceptar y apoyar la decisión del primer entrenador de bajar a Felipe al único equipo B de Estudiantes, donde jugó en la temporada 1994-1995. Jamás entrené a Felipe Reyes. Pero mi relación era muy estrecha con él por pertenecer al Ramiro.

No conozco, ni conocí en aquellos años ni una sola queja por parte de sus padres. Es más, Alfonso y Lola me trataron siempre como a un entrenador más. Al año siguiente causamos baja para el cadete A sólo dos personas. Jorge Cáceres, con el número 9, por Felipe Reyes, y la ayudantía que la pasaba a llevar Pablo Vila.

Por ese motivo (al mantenerse 11 jugadores míos y Felipe en la 95-96), decidí acudir al campeonato de España de la siguiente temporada del equipo en Málaga. El primer campeonato donde podías ver a los ‘ochenta’: Navarro, Raúl López, Berni Rodríguez, etcétera (menos Pau Gasol, que llegó en júnior al Barcelona).

Me metí en un hostal, me acercaron unos padres del equipo y me dispuse a ver en el Ciudad Jardín malagueño el campeonato. Sorpresa para todos fue que la primera jornada se disputó en Marbella pues estaba ocupado el campo.

Yo estaba desesperado y no sabía cómo ir a Marbella y me fui a hablar con confianza (la que ellos daban a todos) con Lola Cabanas y Alfonso Reyes para a ver si me podían llevar. Me citaron: “En El Corte Inglés a tal hora y te llevamos”. No más.

Allí fui la primera jornada y de repente veo aparecer dos coches con un total de cinco personas (Alfonso, Lola, un hermano con su novia, y otro hermano más).
“Móntate”, me dijeron. Alfonso y Lola habían decidido sacar otro coche sólo por mí pues ellos eran los justos para viajar en uno solamente.

Así era Alfonso. Un caballero que se nos ha ido repentinamente en un momento en el que le quedaba mucho por disfrutar de sus hijos y su esposa. Un señor que jamás hablaba de más. Un señor que siempre saludaba en la Nevera, en Magariños, en cualquier campo. Y que hablaba contigo de lo que fuera con una claridad, tranquilidad, respeto, educación y sosiego nunca visto.

Un señor que cuando Felipe quiso jugar la Liga Interna de Baloncesto (L.I.B.) que pude organizar durante nueve años, no le puso ni un pero a su hijo, para que junto a los compañeros de clase pudiera disfrutar de ella hasta que una lesión le apartó y nos apartó a todos del sueño de disfrutar de ‘otro baloncesto’ no federativo, desenfadado. Ese baloncesto lúdico casi perdido.

Descanse en paz una gran parte del éxito de Alfonso y Felipe, y de todos los demás hermanos.

Muchas veces nos quejamos de los padres con razón los entrenadores de formación. Pero nos tenemos que acordar de una inmensa minoría de los que son como Alfonso y Lola. Imprescindibles para que sus hijos sean un espejo para esta sociedad.

Descanse en paz Don Alfonso Reyes. Besos para Lola. Un fuerte abrazo para Felipe, para todos sus hermanos y familia.

Un gran padre seguirá desde muy arriba todo el juego que te queda ‘Philip’ (nombre cariñoso que utilizaba la madre en los partidos).

“Si tropiezas al triunfo, si llega tu derrota, y a los dos impostores les tratas de igual forma” (…)” Si llenas el minuto inolvidable y cierto de sesenta segundos que te lleven al cielo… Todo lo de esta tierra será de tu dominio y, mucho más, serás Hombre, hijo mío. (IF). Del sí” (Rudyard Kipling).

jueves, 11 de agosto de 2011

La chica del Ramiro

Daniel Arcau, uno de los mejores jugadores a los que he podido entrenar en edad júnior (en un torneo) y que juega en el Monzón de EBA (pienso que tiene futuro LEB), me preguntaba por el pasado de las competiciones en Ramiro y que se hacía en el Instituto que él mismo conocía de pocos años.
Le dije que lo dejáramos pues que le iba a “meter un ladrillo” que no lo iba a aguantar. Que tal vez en el viaje de vuelta de ocho horas le contaba algo pero que se centrara en el torneo de Badalona.
Ahora que Santi Escribano, muy buen periodista de Estudiantes y amigo de esta web, acaba de publicar la despedida que se merece Sandra Ygueravide, con 13 fotos memorables haciendo un guiño al número que la jugadora ha llevado todos estos años, me ha venido a la mente todo el baloncesto femenino que de golpe he podido ver nacer. El masculino empezaría en 1948(hay gente que me dice que en el 47), pero a las chicas uno si las vio empezar a botar balones después de matricularse ellas en el cole-instituto.
Sandra Ygueravide ha sido la capitana, buena jugadora, excelente persona, trabajadora, simpática y con muchos valores dentro y fuera de la cancha. Con la foto que me quedo, estimado Santi, es la del abrazo con su ex entrenador Javier Lombardía en el momento más duro del descenso (también por él). Además, uno le agradece personalmente que pudiéramos hacer una entrevista sobre arbitraje cinco minutos antes de que ella se marchara de vacaciones, allá, por el 2009.
Pero, cuando empiezas a pensar en mil recuerdos que te atacan la cabeza en estos momentos al leer la noticia, no puedes dejar de escribir porque tienes que sacar de alguna manera este colapso que ya no cabe en un cerebro tan pequeño.
Yo no tengo 13 fotos de la jugadora que para mi, personalmente, es la “chica” del Ramiro y que más lejos ha llegado en esto. Tampoco se las puedo pedir porque no sé nada de ella ni ella de mi, pero si puedo contar que Clara Bermejo Moreno (ahora en el Rivas Ecopolis) de 1981, es la mejor jugadora que ha sacado el club pero que por más de una circunstancia, no pudo saborear la Liga Femenina con el club que la formo desde pre mini pues que se quedo a un paso del ascenso en la anterior liga Nacional que entreno Javier Arredondo y en donde en casa (en el propio Magariños) sucumbieron en el intento de ascender a la única Liga Femenina de primera división que existía en esos momentos.
Clara se marchó a Extrugasa porque la pagaban lo que merecía. Ella me decía siempre “Joder, el club podía hacer un esfuerzo por nosotras y comprar una plaza arriba, con un millón de Alfonso Reyes podríamos jugar perfectamente, pero ellos no quieren, son un club machista”.
Creo que no le faltaba razón a Clara. Ella quería tanto a Ramiro como yo mismo. Tanto le quiso que ella jugaba la Liga Interna que por aquel entonces yo organizaba (tan machista era el club que a los jugadores, si eran chicas las dejaba jugar, pero si eran chicos, había muchos problemas pues se podían lesionar).
Clara después de terminar C.O.U. me pidió ser mi ayudante en la Liga Interna. Por 6.000 pesetas al mes, ella me ayudaba todos los días. Una demostración clara de lo que estaba involucrada y el cariño inmenso que tenia por el Cole-Ramiro y Estudiantes.
Sandra ha jugado cinco temporadas en el primer equipo y se merece todo. Clara es la otra chica que no pudo tener la misma suerte. Aunque Clara haya jugado en los mejores equipos de la Liga, estoy convencido que al acabar su temporada como jugadora Nacional se hubiera quedado en el club de haberse puesto de acuerdo más de una persona.
Algo falló, pero bueno, para los sin memoria Clara no paso por el club. Para los que vimos nacer el baloncesto femenino en el club, podemos tener la suerte de escribir sobre el nacimiento del femenino en Estudiantes y de cómo esta chica jugaba a un nivel fuera de lo común (el método F.E.B. también se cebo con ella y nunca la selecciono a pesar de jugar más que Silvia Domínguez en una temporada donde eligieron a la segunda base de un club en vez que a la primera…). La selección la ha llevado a varias preselecciones y esto es como el cuento de Marta Fernández y el NO “te cogemos” después de estar en la WNBA.
Método F.E.B.
Estoy muy orgulloso de que mis cuatro hermanas (las tres pequeñas sobre todo) fueran las pioneras del baloncesto femenino como jugadoras y que una de ellas fuera entrenadora de Clara.
Belén (en Canoe), Virginia, Bárbara (Baby, su entrenadora) y Almudena (mis hermanas), muchas gracias por llenar la casa de baloncesto femenino por encima del masculino de Estudiant@s.
Lo nunca visto o imaginado por cualquier chico de Ramiro.

domingo, 29 de mayo de 2011

ANNIMO ANNA

Verano 2010. Campus La cima del Baloncesto. Estudiantes.

-Valenti y Mateo, necesitamos árbitros ACB para el campus.

- No te preocupes, ¿quién quieres que vaya?

-Los que puedan, los que quieran.

-Lo único que me gustaría es no repetir con respecto a otros años y sería bueno que pudiera venir la única chica árbitro que tenéis en ACB para que las chicas del campus vean que también cuentan.

-De acuerdo. Emilio Pérez Pizarro y Anna Cardús. 

- Perfecto. Muchas gracias a ambos por vuestra ayuda. Un abrazo.

Anna Cardús pudo venir al segundo turno del campus de Sierra Nevada con los más peques(de  8 a 13 años) desde Barcelona pegándose la paliza del avión hasta Granada. La recogimos una mañana y se marcho de Sierra Nevada la misma tarde. Había cogido un día de su trabajo profesional para estar con nosotros porque, según una conversación con ella, le hacia una enorme ilusión estar con nosotros.


Anna se trajo hasta cuatro camisetas con su número en la espalda para regalarlas a los chavales que en nuestro taller de arbitraje le había parecido que se lo merecían. La ilusión y el “ANNIMO” con la que el jugador se enfundaba esa camiseta era muy grande.

A Anna no la conocimos ni 24h. Nos firmo un cartel a los árbitros que decía “gracias por haberme tratado como una reina” (ese es el mejor regalo que yo conservo) y se marchó de nuevo en avión.

Ahora ella está jugando (jugo, como nos explico en la charla a entrenadores y árbitros) el partido de su vida.

Espero que el “árbitro” de la vida la deje con nosotros y que siga siendo la reina tanto del arbitraje ACB como de cualquier actividad de servicio a los demás (campus).

martes, 24 de mayo de 2011

Mi corazón no te abandonará

Miguel era un chaval que entraba en la etapa de la adolescencia a sus 13 años recién cumplidos. Él era un jugador de baloncesto de su colegio porque, aunque en su colegio era el deporte que la inmensa mayoría practicaba, él ya lo traía de casa pues su padre Jaime era entrenador y tanto a Miguel como a sus hermanos no les quedaba otra opción que practicar esta disciplina.
A Miguel le gustaba el futbol y de hecho organizaba equipos dentro de la clase con notable éxito, pero la pasión, la ansiedad, la emoción con la que tuvo que convivir con el baloncesto en ese momento le sobrecogió el cuerpo de una forma especial e inenarrable.
El buen padre de Miguel entrenaba al equipo profesional de su cole en un principio, para después entrenar fuera de la propia ciudad. Equipos de diversas ciudades de la geografía española.
Miguel contrajo una enfermedad de difícil diagnostico y en séptimo de básica tuvo que marcharse, con el permiso de su tutor, a ver a su padre durante una temporada por que no sabían qué hacer con él ya que echaba de menos a su padre.
Aquel año, Miguel pudo jugar con el equipo B de su edad en categoría pre infantil justo cuando habían dibujado la línea de los tres puntos a seis con veinticinco metros y les tocaba pasar del “circo “que era para todos el MINI a las canchas del campo grande de la nevera donde encestar un triple era una heroicidad pues no se llegaba por la nula fuerza física que se tenía todavía.
El equipo de Miguel era el B pero al no ser un equipo nada timorato le planto cara al propio equipo del A de su edad y en una liguilla al final de temporada consiguió, con su equipo, vencer al todopoderoso A de la edad. Toda una proeza que le sirvió para ser un escolta con posibilidades para subir al primer equipo.
Pero todo ese sueño de adolescente se le esfumo en verano cuando recayó en una crisis de la enfermedad “indiagnosticable” que le hizo tener que quedarse en el equipo B de nuevo y no tener posibilidad ninguna de volver al A de su querido club que representaba a su clase y a su colegio (antes con los de clase se hacían todos los equipos).
Categoría juvenil, la primera junior mal llamada, sub 21, año 1992, año olímpico barcelonés.
B de Bilbao, B de Basurto, el padre de Miguel sufre una angina de pecho y es trasladado desde su domicilio de la capital vizcaína al citado hospital. Allí es intervenido a corazón abierto y le tienen que poner tres by-pass en el corazón. De una hipotética operación de hora y media se paso a una de cinco horas…
…Y Miguel se vino abajo. Pensó que su padre de aquello no saldría. Que con diecinueve años se quedaría huérfano de padre y aquello no lo podía soportar. Una entrada en la U.V.I. para ver el rostro y otra vez el mundo encima.
Pasaron los días, pasó el nerviosismo y Jaime sale de la operación a salvo, pero con una operación que como él mismo decía “es como si me hubiera pasado una locomotora por encima del cuerpo”.
A Jaime le ofrecieron, a sus 50 años de edad, la prejubilación y le “quitaron” la idea de volver a entrenar. Le mataron a medias. Él se rebeló ante las consignas médicas, dijo aquello del “que me ata, me mata”, volvió a su trabajo y quiso volver al baloncesto pero ya no era el mismo, ya no podía arriesgar su corazón. Ya no sería el mismo jamás.
Prefirió ayudar a sus hijos y en especial al pobre Miguel que había terminado muy cabizbajo y al que le dijo “No te preocupes, nunca te fallaré, mi corazón no te abandonará”. A Miguel esto le sonaba a una canción del grupo El Norte que había escuchado unos años atrás con las mismas letras.
Miguel ya era mayor y quería emular, que no igualar, a su padre en baloncesto y se hizo entrenador. Se cansó bastante pronto pues jamás le dejaron ser él mismo y para colmo todos le conocían con los apellidos exclusivamente del padre, dejando de lado los de su madre. Esto de ser la “sombra de…” le hacía mucho daño a Miguel. No veía justo que no se le tratara por lo que él pudiera valer y siempre le parecía que si conseguía algo era lo normal y si no lo conseguía entonces ya sí que ponían su nombre de pila a todo.
Siglo XXI.
Miguel vuelve a recaer de su enfermedad extraña mientras está entrenando a un equipo categoría junior de su querido colegio. Un ingreso a tiempo hace que deje el equipo por unas semanas y como carecía de ayudante y delegado, fue su propio padre Jaime el que se puso a entrenar a ese equipo de patio de colegio después de haber militado con el primer equipo hacía más de veinte años… . Jaime no lo dudo un instante y para que su hijo no perdiera el equipo, él lo entrenaría aunque fuera amateur después de haber sido profesional allí. Consiguió que su hijo volviese a entrenar ese año.
En la temporada siguiente, el club echó de la cantera a Jaime por las ausencias a entrenar y el escándalo que supuso que su padre le ayudara, así como otras excusas que hacían daño al club de cara a su dirección deportiva.
El colegio/club jamás entendió el gesto de Jaime de no abandonar nunca a su hijo y lo que aporto desde su corazón, lo único que ya podía aportar, que era la ayuda a su hijo.
Miguel sigue entrenando. Aprendió y dio gracias a que su padre estuviera casi veinte años después junto a él. La vida podía ser bella, demasiado bella como para preocuparse por el baloncesto y sus “gentes”.
*Todos los nombres que aparecen en este artículo son ficticios. La historia es tan real como la vida misma. Quería dedicar este artículo a Marina, a Roberto y a Andrés por su ayuda en momentos de máxima y extrema dificultad. A Jaime… le debo la vida.