sábado, 21 de abril de 2012

Cuando un hermano se va...

Todos nos sabemos la sevillana que dice aquello de “Algo se muere en el alma cuando un amigo se va...”. Lo que desconozco es si hay letra para cuando un hermano se va, ¿Qué es lo que muere en nosotros? Tengo seis hermanos, prefiero no pensarlo… Dicen que se ha muerto Garibaldi. Eso se anunció hace mucho tiempo antes de que existiera incluso la ‘famosa’ Demencia en los partidos que el Estudiantes jugaba en el frontón Fiesta Alegre contra los todavía no nombrados ‘vikingos’ (Río Muni, les llamaban).

Entonces, hace como más de cincuenta años, Manolo Cavido (1905-1990) se encargaba desde el Ramiro de transformar balones de fútbol en balones de baloncesto, porterías en canastas, comprar chándales para el primer equipo de Estudiantes (José Luis Sagi-Vela, Javier Codina, Pleguezuelos, Mimoun, Jesús Codina –entrenador y jugador–, Juan Martínez Arroyo, José Ramón Ramos y Goyo Fraile). Esto aparece en el libro enciclopédico de Martín Tello y Carlos Jiménez (‘AS’) ‘Cincuenta años de baloncesto en Castilla’, que tengo la suerte de poseer. En esa foto adjunta (creo que es la temporada 62-63), los jugadores aparecen con un chándal que lleva el nombre de Ramiro de Maeztu. Seguramente, se lo quitaban y ya aparecía la camiseta del Estudiantes… Eso significaba la unión de un club de baloncesto y un centro académico como Dios manda. Cincuenta años después, ¿qué queda?

Ramiro cumplió este año 72 años, pero Ramiro ya no es lo que era y ha perdido la cabeza (aneurisma cerebral). Su hermano pequeño, Estudiantes, tiene 64 y, por cosas del destino, está muy enfermo también y en grave peligro de estirar la pata, aunque dicen que sobrevivirá con aquello que no le gustaba tanto a su hermano el mayor, la maldita publicidad. Esté en la categoría que sea, el ‘Estu’ seguirá vivo. Los médicos (¿Michel Bufalá?) así lo aseguran.

Resulta curioso que el hijo de uno de aquellos grandes jugadores de la plantilla del Estu-Ramiro (Pablo Martínez) ideara en el año 2002 un equipo casi con las mimas ideas junto a quien esto escribe. Pero este equipo iba separado por completo de Estudiantes. O eso queríamos. Este sueño duró escasamente 9 años (2002-2011). Ramiro cumplió en el 2010 70 años y lo celebró a lo grande en Badalona, en la mejor fase final que ha tenido la organización (la Penya es mucha peña, trabajan muy por encima de nosotros, muy unidos, mucho más que los madrileños).

Pero Ramiro estaba solo en tierras catalanas. Ni su directora hizo acto de presencia. A su jefe de estudios se le prohibió viajar con el equipo y el equipo fue muy mermado en efectivos. Podría haber llevado al mejor equipo posible, pero la desunión por parte de los hermanos, que no existía antes (iban de la mano a todo), dejaron al pobre Ramiro en una situación compleja ante la final deseada de las canteras. Badalonés, el ‘cole’ de Ricky Rubio, David Jofresa (el hijo) y los hermanos Pere y Joan Tomás y tantos verdinegros se llevaron con demasiada facilidad la final de Madrid contra Barcelona en canteras (en realidad todo estaba montado para esto…) Teledeporte (otra tele moribunda) fue testigo del partido. No se escatimaron medios por parte de los del Juventud.

Juventud era el primo mayor de Ramiro, de 82 años. Ramiro se murió el año pasado. En Málaga jugó su última final dirigido por Íñigo de la Villa, mi ayudante y gran ‘ramireño’. Con 71 años, ya le dieron por jubilado. Le echaron de las ligas escolares de la ‘Esperanza’ por ser abusones y
ganadores en el 2010 (dicen que era muy superior a pesar de que ganó dos partidos por 1 punto y jugaba con jugadores del C… exclusivos del centro), la ACB dejó de realizar las series colegiales este año (la ‘naranja móvil’ dejó de poner dinero) y la generación del 94 se quedó con las ganas de disfrutar por última vez (segundo de bachiller) del juego más deseado por los alumnos de cualquier colegio del país. Jugar con tus compañeros de clase…


Existe una copa colegial (sólo en Madrid) organizada por Martínez y Carabias (los ‘Pablos’), pero tampoco Ramiro fue invitado. Hubo un intento por parte de Pablo de acudir al rescate a principios de este 2012 (por su centro), pero fue infructuoso. El hermano mayor ya estaba en la UVI.

Ya no hay fantasía en las tres cuartas partes del escudo del centro. Sólo queda el norte, Estudiantes (una cuarta parte)… Antes de que Ramiro muriera en baloncesto, se jubilaron sus amigos Gárate (primer árbitro internacional del centro y profesor de gimnasia), Cebrián (preparador físico de la primera plantilla y profesor de gimnasia), Miguel Ángel –‘Musculitos’ o ‘Sargento’– (delegado de equipo de Estudiantes y profesor de gimnasia), Egea (mi profesor de gimnasia de la E.G.B.)… Sin estos apoyos de sus amigos, Ramiro se deprimió más todavía. Sólo le quedó su inseparable y gran amigo Geny, el de la cantina… para recordarle eternamente… allí tiene un mini museo de estos maravillosos años que ya no volverán.

miércoles, 11 de abril de 2012

Borrallo

10-07-2005 02:38:36 Conocí a José Manuel Calderón Borrallo el verano de 1996, cuando me disponía a sacar el título de entrenador de segundo nivel en el querido Colegio Menesiano de Madrid. Por aquel entonces, a una persona de la Federación Española de Baloncesto, Alberto Gómez Pastor, se le ocurrió la feliz idea de que acudiera como entrenador en prácticas a la preselección española cadete 81, que se reunía en el INEF de Madrid. Preselección dirigida por el entrenador del Ricoh Manresa, Xavi Rodríguez, ayudado por Chus Mateo (segundo de Scariolo en el Unicaja). La preparación física la dirigía José Canales (Estudiantes) y por supuesto que había mucho más `staff´ técnico tan bueno como los citados, pero siento no recordar sus nombres. José Manuel sólo tenía 14 años. Era uno más en aquella selección y, como todos, tenía mucho miedo de no pasar el corte y quedarse sin formar parte de los doce definitivos. Yo estaba convencido de que era un fijo como escolta, ya que de base jugaba Hugo García, que en aquel momento venía del Madrid y tenía un gran nivel. Pero José Manuel era un chico inseguro, demasiado humilde, y no creía que pudiera quedarse por eso. Cuando lees la última entrevista suya en 'Gigantes' no es de extrañar que diga: “Es a la primera selección donde veo que voy fijo” (la absoluta, claro). Lo que siempre ha tenido Jose es una capacidad de sacrificio y una disposición al trabajo envidiables por cualquier jugador profesional. He tenido la suerte desde pequeño de conocer infinidad de jugadores profesionales que han salido de la cantera; que han venido desde los Estados Unidos (ya sea de la universidad o desde la NBA), y hasta algunos que han venido con su anillo ganado en la mejor liga del mundo. Muchos de ellos han sido hasta 'héroes' para mí. Pero desde que conocí a Jose y seguí su trayectoria en nuestro baloncesto, me di cuenta de que estoy ante un ejemplo para todas aquellas personas que tienen una forma de ver el baloncesto en España y que desean que el jugador español sea un referente. Calderón tiene más mérito porque no es un jugador exclusivo de talento. Es más, yo creo que hubiera sido un simple `jugadorucho´ de no haber trabajado tanto. Existen jugadores con talento innato que trabajando mucho llegan muy lejos (el ejemplo de nuestro queridísimo y añorado Petrovic), pero yo creo que en el caso de Jose la carrera es literalmente opuesta. Él ha sido un `hormiguita´ de esto y que en su día y con la ayuda de su familia (su padre fue jugador) se atrevieron a que el chaval iniciara una aventura incierta a la ciudad de Vitoria, a 668 kilómetros de su lugar de nacimiento, el pueblo pacense de Villanueva de la Serena. La clave del éxito la tienen un club, un jugador y muchísimas personas de su alrededor. El TAU, por haber hecho una apuesta con un chico tan joven y un trabajo sin parangón en el país. El jugador, por aprovechar al cien por cien una gran oportunidad, a pesar de que (y esto lo pienso yo, porque además se lo he dicho), es un jugador sin mucha suerte, ya que en su trayectoria se ha visto frenada muchas veces por estar lesionado. Así se perdió acontecimientos muy importantes, como el oro júnior de Lisboa, al tener una lesión en un tobillo –aunque posteriormente me confesara que podría haber jugado infiltrado, pero que hubiera sido forzar el tobillo y que a lo peor ahora estaría cojo, y que aquella difícil decisión de no hacerlo se la debía a un médico del TAU precisamente–. Esta última temporada, la operación del apéndice al empezar el `play-off´; anteriormente, otro inconveniente físico le hizo estar parado en la Euroliga; infinidad de contracturas en momentos importantes de temporada; luxaciones de hombro y una larga lista de problemas de esa índole. Para un jugador de este tipo las personas de alrededor más cercanas han tenido que ser no sólo importantes, sino también decisivas. Las cesiones de su club para que jugara en lugares como Fuenlabrada o Alicante las creo determinantes, ya no sólo porque allí jugara muchos minutos metiendo muchos puntos y cogiera una confianza letal en su juego, sino porque el jugador supo lo que era perder más partidos que ganarlos. Aprendió lo que era el amargo sabor del descenso en Alicante, y a pesar de eso se levantó siempre y siguió trabajando humildemente. Para mí un jugador que pasa por estas experiencias es mejor que otros que sólo saben estar en los momentos dulces. Las últimas `piedras´ que ha encontrado José Manuel en su camino son los dos subcampeonatos (entiendo que al menos uno de los dos sí debería de habérselo llevado el TAU), lo que ha tenido que ser también un varapalo para él. Pero está claro que estamos ante un ganador que se ha convertido desde los Juegos Olímpicos de Atenas en el mejor base español indiscutiblemente, y superior a bases de otras generaciones. Creo firmemente que por su gran físico es muy probable que haga historia en la mejor liga del mundo y que por fin tengamos un referente más al otro lado del charco. Que por qué le llamo Borrallo. Pues muy sencillo. Es una simple forma de no llamarle Calderón, ni Jose, ni 'Calde', etc. Yo le llamo así y él lo sabe. Es sólo una manera simpática de llamar a alguien conocido y que rápidamente te haga caso. Y además tiene madre ¿no? Pues eso, ¡que viva la madre que lo parió! ¿No? Y sólo tiene 23 años…

miércoles, 4 de abril de 2012

Demencia, Madness y Basket Music

07-12-2004 00:38:02 Gonzalo A. Gómez Valcárcel Una afición que marcó mi vida: La Demencia. Un grupo, Madness. Y una película, "Basket music". Me quedo con La Demencia de mi infancia. Con todos los respetos para la actual, nada como aquella que aseguraba la diversión en el Magariños; se ganara o se perdiera. Mi conocimiento se prolonga de subcampeonato a subcampeonato: en el primero (1981) tenía 8 años. Ahora han pasado 23. En 1981 no era ACB (algo así como el Antes del “Cristo” del Baloncesto), ni en la 81-82, ni en la 82-83, pero Martín Tello, Enrique Ojeda o Carlos Jiménez ("As") ya sabían lo que se cocía en el "Magata". Que le pregunten a Martín por el follón de los travestís en La Demencia –lo que publicó en una ocasión porque a los ingeniosos aficionados se les ocurrió vestirse en plan “Queen” a lo “I want to breek free”–, o el día que él se metió entre aquellos peculiares seguidores para saber de qué iba aquel rollo. El Estudiantes era pasión. La Demencia, gracias al "Gavioto” –desconozco si la inspiración del mote fue el célebre libro de Richard Bach, pero no me extrañaría nada– y al líder Garzón, supo ayudar a pasar la gran transición del subcampeonato del Estudiantes Mudespa (1981). Y es que cambiaron a once jugadores de aquella plantilla y se vistieron de buzones (Caja Postal). Pues bien, el entusiasmo de aquel grupo fue decisivo con un apoyo descomunal para que el equipo saliera a flote entre los años 1981 y 1984, ya que en este último año el equipo estuvo a cuarenta minutos de descender a Primera B. Al final, fue el Peñas de Huesca que entrenaba Arturo Ortega el que perdió la categoría. El caso es que mi equipo salió del atolladero. La Demencia quemó más de una vez parte del "Magata"; cortaba todos los días la calle Serrano, independientemente del resultado; el baño era continuo en Los Delfines, y el cántico, siempre el mismo: “¡Ito, ito, ito, metro gratuito!”. Y todo suponía volver a casa calentitos por las porras de los antidisturbios. Madness: Locura en inglés, como todo el mundo sabe. Célebre, como la propia Demencia, por sus grandes canciones, incluso utilizadas en un sinfín de anuncios para televisión. ¿Quién no conoce “It must be love”? ¿"Embarrestment"?, ¿"One Stop Beyond"?... Pues Madness fue un grupo de la época con la perfecta organización que tenía La Demencia y casi con el mismo nombre y la misma filosofía: la del follón bien organizado. Con esto ya tenía mi conexión música-baloncesto; fundamental para entender este deporte a mi manera. "Basket-Music": película de Julius Erving, mi ídolo deportivo y el jugador más elegante del que se copiaron muchas cosas; hasta la figura de su salto desde el tiro libre por parte del “perfecto” Jordan. Esa película llegó a mis manos en sistema Betamax y jamás la olvidaré, porque mezclaba música y deporte continuamente –¡qué tonto, el título ya lo indicaba!–, y los protagonistas eran los piscis (horóscopo del "Dr. J" y el mío propio, ¡qué fuerte!). Por aquel entonces jugaba a minibasket con Juanfra Garrido (d.e.p.) de entrenador en el "Estu" de los "mini-buzones". Llevaba el número 6, el de Julius. Y Juanfra era tan buena persona que hacía compatible jugar con el primer equipo y entrenar a una panda de mocosos… Algunos días Wayne McKoy (el único americano) bajaba a ponerles “gorros” a todos los niños que osaban culminar entradas en las canastas de mini de la desaparecida “caja de cerillas” (campos de "mini" transversales…) ¡Qué grandes tipos! ¡Qué locos estábamos todos! La Demencia, Madness, y "Basket-music"… Ahora ya no están ni Madness, ni "Basket-music". Y el entrañable y añorado “buzón” Juanfra tampoco; ni siquiera juega el 6 de los Sixers. Pero algo queda para siempre: La demencia, como una enfermedad incurable. Y eso es lo peor, que esa demencia es real ahora. Lo que nunca se quiso: una afición previsible.