jueves, 6 de diciembre de 2012

Yo también soy

“Yo también soy Marta”, figuraba escrito en la espalda de la camiseta de un árbitro de competición nacional que dirigía un partido de infantiles una semana después de la agresión perpetrada por un jugador (un chaval adolescente de categoría junior de sólo 16 años) a una árbitro, el pasado 21 de enero en la localidad madrileña de Soto del Real. El que menos ha leído la prensa o escuchado la radio e incluso ha visto poco la televisión, conoce el suceso. Ha dado la vuelta a nuestro mundillo. Esa agresión que casi le cuesta la vida a una árbitro del comité madrileño nos ha tocado la fibra sensible a todos y por un momento imagino que hemos reflexionado sobre qué está pasando en nuestro deporte tan exitoso hace pocas fechas, como a la vez fracasado y deprimente cuando nos azota la violencia a la que no estamos muy acostumbrados. Fracaso de todos, de todos, absolutamente de todos, sin que ninguno nos podamos esconder. Este suceso es responsabilidad de los que ponen la maquinaria del basket en funcionamiento cada día de su vida. Desde el primer jugador que protesta, pasando por el maleducado entrenador, por el árbitro irresponsable y hasta por el último espectador, estas situaciones nos pertenecen y las gestamos con nuestros actos cada día que cometemos errores, cada día que quitamos algo de ilusión a cualquiera de los deportistas que componen el juego, ese trío de personas que participa en la pista en directo (jugador, entrenador, árbitro), y que están a más revoluciones por minuto que nadie y que muchas veces tienen que soportar a todos los que deberían de tener la cabeza y el corazón más reposado en la grada (padres y forofos), que son los que hacen caminar a su propia gente (hijos y familiares) a la peor de las perdiciones. El caso de Soto del Real no es el primer caso de agresión a un árbitro de baloncesto ni es el noveno en doce años como escribe el presidente de la Madrileña en su web. Llueve sobre mojado y eso lo sabe todo el baloncesto y el Comité de Árbitros de Madrid mucho mejor que nadie, pues no han parado de soportar agresiones de todo tipo. Y las agresiones son tanto verbales como físicas y, a veces, mucho más dañinas las primeras. No voy a analizar una vez más el comportamiento que han sabido analizar otras personas de una manera al menos importante, no sé si sesgada, de la calidad ¿infrahumana? del presidente de la madrileña, al cual le importan más unas moneditas de unos malditos euros de un partido no disputado por una razonada huelga de árbitros, que la salud de una de SUS ÁRBITROS. Quiero repetirlo: una de SUS ÁRBITROS. Una de sus trabajadoras, que le saca la competición adelante. Que hace que funcione su federación, vamos. Que sin personas como Marta no EXISTIRÍA la federación. Sobran más comentarios. El baloncesto enferma a la vez que la sociedad, eso es cierto. El baloncesto no puede dejar de ir de la mano de una sociedad cada vez más violenta y menos educada y que también tiene menos valores en su juventud. Pero para eso estamos los mayores y para eso están los dirigentes, para erradicarla y no provocarla y para educar mejor, por supuesto. He sido jugador, soy entrenador y he sido árbitro durante varias etapas de mi vida. Siempre existirá la posibilidad de volver a arbitrar, porque el árbitro es como el torero que sufre cogidas, como el escalador que se la pega con la montaña, siempre se quiere volver aunque a veces hay momentos en que das por cerrada la puerta por frustración. El ejemplo de Marta queriendo volver a pitar a pesar de estar al borde de la muerte, es un ejemplo de superación y del amor que ella y muchos árbitros profesan a su actividad. Pero en contra de lo publicado en muchos medios y que quiero negar rotundamente por vivencias propias y experiencias de compañeros, los árbitros NO lo dejan por estas agresiones como primera razón (los habrá, por supuesto). Hay muchos más árbitros que lo dejan por cuestiones de trato en sus federaciones y por la incomprensión que reciben de sus propios organismos, que no piensan que los árbitros son todos iguales. Al menos, como personas. Y yo me pregunto, ¿por qué el Oro nunca puede ser “gris”? *El autor de este artículo mantiene su licencia de árbitro y auxiliar n.º 2469 en la Asociación Madrileña de Árbitros y Auxiliares de Baloncesto de Madrid (AMAAB).

4 comentarios:

  1. Desde mi humilde opinion, esta bien el artículo aunque un poco light, faltan datos y comportamientos de personas no reflejadas, será por la falta de información del columnista.Y por cierto un abrazo al columnista que siga así.

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  2. Tronco:

    Que datos faltán? Comportamientos de personas no reflejadas? Dame tu la información, "Tronco".

    Gracias por tu comentario.

    Saludos.

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  3. La informacion no se dá, se busca y se encuentra.Y no me des más el coñazo, un saludin.

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  4. Tronco:

    Se me vas civilizado por los blogs, ques esto no es el facebook...

    La información sabes que la conozco y sabes como tengo que tratarla...

    No voy a morder la mano del q me...sabes no???? Aunq todo tiene su límite y hay artículos que tratan(o trataran) otros temas de los que tu hablas , tronco!!!
    El coñazo me lo has dado tu a mi, Tronco.

    Saludos cordiales.

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